

La digitalización del sector hotelero avanza a gran velocidad. PMS, channel manager, CRM, motores de reservas, RMS, herramientas de check-in, soluciones de pago, upselling, housekeeping… El stack tecnológico de un hotel medio ya supera las veinte herramientas conectadas, según Hotel Tech Report. Y, con cada nueva incorporación, surgen dos preguntas inevitables: ¿cómo se integra esto con el resto del sistema? ¿Y realmente lo necesito?
Durante años, muchos hoteles han intentado construir su stack tecnológico seleccionando las mejores herramientas para cada función, lo que se conoce como enfoque best-of-breed. Esta estrategia ha permitido a cadenas y hoteles independientes trabajar con tecnología de vanguardia, adaptada a sus necesidades concretas. Sin embargo, a medida que se han multiplicado las soluciones, también lo han hecho los problemas: costes de integración, flujos operativos desconectados, duplicidades de datos, soporte fragmentado…
Hoy, en plena era de la automatización, la conectividad entre herramientas ya no es un extra, sino una condición de viabilidad. Y esto ha dado paso a un debate que atraviesa todas las decisiones tecnológicas del sector: ¿conviene seguir construyendo un stack modular y personalizado? ¿O es más sensato optar por plataformas todo-en-uno, más cohesionadas y fáciles de mantener?
La interoperabilidad como punto de partida
Una cosa está clara: la interoperabilidad ha dejado de ser una ventaja competitiva para convertirse en un requisito básico. Los hoteles no buscan ya soluciones sueltas, por muy potentes que sean, sino un ecosistema fluido, donde los datos fluyan con rapidez y precisión entre sistemas.
De hecho, el número de integraciones activas se ha convertido en uno de los principales criterios de selección de proveedores tecnológicos. Plataformas como SiteMinder han crecido justamente sobre esta premisa: ofrecer un hub que conecte PMS, motores de reserva, RMS, pasarelas de pago y otras herramientas clave, con más de 1.300 integraciones verificadas. Y lo hacen bajo una lógica de escalabilidad: que el sistema acompañe al hotel en su crecimiento sin necesidad de empezar de cero.
Además, la visión del proveedor también importa. Algunos, como Mews, han apostado por abrir sus APIs desde el primer momento, permitiendo a los hoteles diseñar entornos modulares sin perder cohesión. Otros han evolucionado hacia plataformas más cerradas y robustas, orientadas a hoteles que prefieren simplificar su arquitectura tecnológica y trabajar con un solo interlocutor.
¿Suite todo-en-uno o stack modular? Un falso dilema
Aunque el sector tiende a plantearlo como una elección binaria, la realidad es mucho más matizada. Elegir entre una solución todo-en-uno o un stack modular no es una decisión técnica, sino estratégica. Depende del tamaño del hotel, del perfil de su equipo, del grado de madurez digital y, sobre todo, de su capacidad para gestionar tecnología de forma proactiva.
Las suites integradas —como las que propone Shiji— ofrecen simplicidad, menor dependencia de integraciones externas y un soporte más centralizado. Son especialmente atractivas para cadenas medianas o grupos con varios establecimientos que buscan estandarizar procesos y reducir el riesgo operativo.
Pero el modelo modular sigue teniendo sentido, sobre todo en entornos donde se prioriza la personalización y la agilidad. Eso sí, su éxito depende de contar con una arquitectura bien diseñada, con sistemas realmente abiertos, APIs estables y un enfoque claro de integración. En este sentido, herramientas como los PMS cloud de nueva generación —Mews, Ulyses o Cloudbeds— permiten construir tech stacks a medida sin renunciar a la eficiencia.
Del dato al huésped: hacia un ecosistema unificado
Más allá de la arquitectura técnica, la obsesión actual de los hoteleros pasa por el dato. O, más concretamente, por eliminar los silos de información que impiden una visión 360 del cliente y de la operativa.
Integrar no es solo conectar APIs: es lograr que PMS, CRM, RMS y motores de reservas trabajen sobre la misma base de datos, con estructuras compatibles y lógica compartida. Solo así se puede alcanzar un nivel de automatización real, desde la fijación de precios hasta la personalización de mensajes o la gestión inteligente de tareas.
Este enfoque también abre la puerta al total revenue management, que deja de centrarse únicamente en las habitaciones para incorporar todas las fuentes de ingresos del hotel: F&B, spa, parking, experiencias, etc. En este contexto, la elección del stack deja de ser un tema IT para convertirse en una palanca de rentabilidad.
El nuevo huésped (y su agente digital)
Pero la gran disrupción no vendrá solo por la automatización interna. Lo realmente transformador está ocurriendo en la capa de relación con el cliente. Y tiene que ver con cómo se descubre, se compara y se reserva un hotel.
Un creciente volumen de tráfico ya no llega por canales tradicionales, sino a través de agentes de inteligencia artificial: asistentes conversacionales, metabuscadores con IA generativa o apps personalizadas que gestionan todo el viaje por nosotros. Según datos recientes de Adobe, el tráfico a webs turísticas desde herramientas generativas creció un 1.700% entre julio de 2024 y febrero de 2025.
Esto plantea una pregunta radical: ¿están los sistemas actuales preparados para comunicarse con estos nuevos “clientes digitales”?
La respuesta, por ahora, es no. La mayoría de stacks hoteleros están diseñados para humanos, no para máquinas. No exponen sus datos de forma estructurada ni actualizan su inventario en tiempo real. Tampoco están adaptados a protocolos emergentes como el Model Context Protocol (MCP), que busca estandarizar la comunicación entre sistemas hoteleros y agentes externos.
Lo que viene no es solo más automatización, sino un nuevo ecosistema donde los hoteles tendrán que aprender a hablar con algoritmos y no solo con personas. En ese contexto, el tech stack dejará de ser una colección de herramientas conectadas para convertirse en una infraestructura semántica, optimizada para la legibilidad y acción de sistemas autónomos.
Conclusión: más allá del dilema
El dilema “¿construir o integrar?” sigue siendo válido, pero ya no es suficiente. La pregunta que deben hacerse los hoteleros hoy es otra: ¿está mi stack preparado para adaptarse, escalar y dialogar con el futuro?
No se trata de elegir entre control y comodidad, entre especialización y simplicidad. Se trata de crear un entorno tecnológico que permita evolucionar sin rehacerlo todo cada cinco años, que hable con otros sistemas (humanos o no), y que convierta los datos en decisiones —y las decisiones en experiencias memorables para el huésped.
Porque en un mundo donde cada detalle cuenta y cada clic puede suponer una reserva menos, la ventaja competitiva no está en tener más herramientas… sino en tener las herramientas que se entienden entre sí.