
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, presumió este lunes, en su comparecencia previa a las vacaciones veraniegas, de los 100 millones de turistas que habrán visitado España este verano. Ensalzó así la cantidad, sobre un sector al que su Ejecutivo ha marginado de un PERTE, y que fue el europeo que menos ayudas le dio durante la pandemia (Sánchez indigna al turismo por apropiarse de su éxito).
Y este martes, en su reunión con la presidenta balear, Marga Prohens, se ha atrevido a lanzar sugerencias a los líderes mundiales del negocio de los viajes, refiriéndose a abrir mercados con una ruta directa a Asia. En este continente, precisamente, el presidente andaluz, Juanma Moreno Bonilla, trata de conseguir una ruta a Sevilla o Málaga desde Tokio.
Pero lo de Sánchez se enmarca de su reciente viaje a China y Vietnam, siendo el primero la potencia donde la influencia del ex presidente José Luis Rodríguez Zapatero se hace más notable, pese a sus carencias democráticas y de transparencia, derechos, y libertades.
Y mientras los líderes del PSOE sacan pecho sobre el turismo y animan a seguir creciendo, el discurso en el PP es el contrario, insistiendo en limitar, en contener, en frenar una masificación que en Mallorca este año apenas se ve, sino al contrario, lo que proliferan son quejas por falta de clientes.
Ecotasas, barra libre a regular hogares como alojamiento para turistas, cancelaciones de asistencias a ferias, mensajes de que no vengan tantos en verano, campañas en el aeropuerto para regañar al viajero sobre cómo debe comportarse. En definitiva, estigmatizando al sector, en un giro de ambas partes difícil de imaginar hace no mucho.