
Era el 18 de agosto de 2023. Los tripulantes del A380 de Emirates con matrícula A6-EOM, al aterrizar en Niza, Francia, notaron un ruido y unas vibraciones menores en el momento en el que los pilotos configuraban el avión para tomar tierra. Estaban aún a 3.500 pies y volaban a 212 nudos. El problema, al parecer, surgió con los slats, la parte delante de las alas, que en el aterrizaje se modifica para configurarla de acuerdo a la necesidad del avión (Los planes de Airbus con el regreso del primer A380).
El A380 aterrizó y después se comprobó un daño en la parte superior e inferior de los bordes del ala derecha, con una zona de la estructura desprendida.
El incidente llevó a la intervención de la Bea, la autoridad francesa de investigación de estos sucesos, con un doble motivo: el fallo se detectó en Francia y, además, su fabricación, aunque es europea, tiene en el país galo a su principal ensamblador.
El informe final del incidente dice que el daño se pudo deber a la colisión del slat con un dron, pero un examen estructural con luz ultravioleta descartó esa o cualquier otra colisión, atribuyendo el hecho a defectos de adhesión de las piezas del slat.
Hubo algunos hechos similares más reportados, lo que ha llevado a que todos los aviones fueran inspeccionados sin detectarse nada. Tres de Singapore Airlines volvieron a sufrir estos problemas, con lo que Airbus ha dicho que va a ordenar inspecciones a todos los operadores del A380 para detectar cualquier indicio de grietas. El fabricante considera que no hay que parar estos aviones, sino que basta con que se aproveche una parada de mantenimiento que tienen regularmente.