

Gracias a la implementación de la IA agéntica, las empresas turísticas pueden ofrecer un acompañamiento personalizado desde el primer contacto
En un escenario marcado por un crecimiento sostenido del turismo y una demanda cada vez más exigente, cada punto de contacto entre el cliente y la marca se convierte en una oportunidad para reforzar la reputación de las compañías que forman parte de esta industria, ya sean aerolíneas, hoteles, restaurantes u otros establecimientos. En este contexto, la capacidad de gestionar de forma ágil, coherente y personalizada no es solo una cuestión operativa, sino un factor estratégico para mantenerse despiertos en un sector tan competitivo y dinámico como lo es la industria turística.
Durante años, mejorar la experiencia del cliente fue sinónimo de contar con un buen personal, invertir en la mejora de las instalaciones o contar con un servicio de calidad. Hoy, todo eso sigue siendo necesario, pero se ha sumado un nuevo ingrediente: la capacidad de anticiparse y responder con garantías a las demandas del cliente, que son especialmente exigentes hoy en día.
El nuevo viajero ya no espera a su llegada al destino para interactuar con la marca, sino que desde el día en el que empieza a imaginar su nueva escapada, ya está conectando, comparando e investigando, y cada uno de esos puntos de contacto son una nueva oportunidad para que las compañías puedan destacar.
IA Agéntica: primer punto de contacto
Gracias a la implementación de la Inteligencia Artificial (IA), y más concretamente, de la IA agéntica, las empresas turísticas pueden ofrecer un acompañamiento personalizado desde el primer contacto, así como desde cualquier lugar y horario. Esta tecnología, que ha evolucionado de forma exponencial en los últimos años, ha traído consigo mucho más que la automatización de respuestas: ha logrado interpretar cada una de las peticiones de los clientes, adaptarse a su tono y estilo de comunicarse, así como la posibilidad de ofrecer soluciones en tiempo real, sin importar el canal ni el idioma.
Un agente de IA puede actuar como primer punto de contacto, filtrar, contextualizar y resolver, o bien derivar a un humano cuando es necesario, y hacerlo de forma coherente, sin repetir procesos y sin hacer esperar a la persona que está al otro lado.
Hasta el momento, hemos percibido a la IA como una herramienta tecnológica más, que nos permite agilizar y delegar las tareas más repetitivas, pero en realidad, debemos considerar la IA como un socio estratégico en sí mismo, un aliado que puede ayudar a las empresas a diferenciarse y construir una experiencia memorable para el cliente.
Y es que integrar la IA en la experiencia de cliente permite tomar mejores decisiones, analizar patrones de comportamiento, detectar puntos de fuga e incluso identificar momentos clave donde se pierde el contacto con el viajero. Todo esto se termina traduciendo en un conocimiento a través del que tomar acciones, y estas acciones son las que impactan directamente en los resultados del negocio y en la experiencia del viajero.
Los agentes IA ya no son una promesa, sino una realidad que está redefiniendo la forma en que las empresas turísticas se relacionan con sus clientes. En Inconcert, ya hemos logrado automatizar con eficacia hasta el 90 % de las consultas comerciales en cuestión de segundos.
Esto es posible gracias a un sistema de marcación automática que inicia llamadas con un agente de IA detrás, lo que garantiza una atención inmediata y disponible en todo momento para el cliente. Si el agente de IA no puede resolver la consulta, la llamada se transfiere de forma fluida a un agente humano del contact center. Y esto es solo una muestra del potencial de esta tecnología cuando se aplica con criterio y conocimiento.
Más allá de la eficiencia operativa, su verdadero valor reside en cooperar con los equipos humanos para que estos se enfoquen en aquello que marca la diferencia: una atención cercana, resolutiva y orientada a generar confianza. Los agentes IA no han llegado para sustituir, han llegado para empoderar y para permitir que las personas se ocupen de las tareas que requieren mayor valor y conocimiento. Porque, en última instancia, lo que fideliza no es la tecnología, sino la calidad de las experiencias y la calidez de las personas que las hacen posibles.
Imágenes cedidas: Shutterstock