
Tras años perdiendo dinero, este viernes la aerolínea húngara Wizz Air se convirtió en la estrella de la Bolsa, al subir su valor prácticamente un 12 por ciento. La historia tiene muchos matices para entenderla (Wizz Air suma otro traspié: ahora parada en Abu Dabi).
Lo nuevo de este viernes, directamente vinculado a esta brutal oscilación del valor de Wizz Air, es que Barclays calificó el valor como muy interesante para invertir, al indicar que la acción debería valer 15 libras, frente a las 11 actuales. Eso llevó a un incremento del precio espectacular que se mantuvo todo el día viernes.
La entidad bancaria estudió los datos económicos del último trimestre (ver más abajo) y celebró un nuevo plan de negocio, más apegado a la realidad histórica de Wizz Air, o sea, centrarse en los productos de toda la vida, vuelos en Europa, sobre todo del este, a precios agresivamente bajos. Un Ryanair II.
El jueves Wizz Air había presentado unos resultados trimestrales complicados de analizar. En principio, ganó dinero. Bastante más. Lo cual no se corresponde con el aumento de la facturación que fue inferior. Más clientes y muchísimos más beneficios. Pero la mayor parte de ellos, de los beneficios, en realidad proceden de ingresos extraordinarios, porque el beneficio operativo en realidad volvió a caer, esta vez un 38 por ciento, de 47 a 27 millones. De hecho, tras conocerse los resultados, el jueves, el valor no cambió, pese a que la compañía los presentó como si fueran un éxito.
Pero una lectura más cuidada de las cifras revela que la compañía puede estar, tras tantos años de no ganar, a las puertas de un fuerte crecimiento, que es lo que ha llevado a Barclays a decir que los beneficios no tienen más remedio que subir. Porque demuestra tener capacidad para captar clientes, porque anuncia que se va a centrar en lo que toca y porque los obstáculos que la han venido frenando ahora sí parecen alejarse.