
Como saben muy bien los japoneses de Mitsubishi, que tras años de meter dinero tuvieron que abandonar su idea de construir un avión de pasajeros comercial competitivo, o como están ahora experimentando los chinos de Comac con su modelo C919, abrirse paso entre Boeing y Airbus es muy difícil y cuesta arriba: requiere dinero, tecnología y constancia. Pero Embraer, de Brasil, puede hoy pensar que lo ha logrado porque tiene una cartera de pedidos de prácticamente 30 mil millones de dólares, la mayor de sus más de cincuenta años de historia (Golazo de Embraer: vende 45 aviones a SAS).
Los últimos tres meses han sido especialmente positivos para el fabricante brasileño, sobre todo por la venta de 45 aviones a SAS, de Escandinavia, o la firma de 60 otros a SkyWest, de Estados Unidos. Además de varias operaciones militares y algunas importantes en el mercado de jets privados.
Y eso que en realidad Embraer hoy pensaba que iba a estar sufriendo porque Boeing se la había quedado y poco antes de la catástrofe del fabricante americano renunció a la operación, por lo que ha tenido que pagar indemnizaciones. Embraer lamentó entonces lo que al final ha sido su gran fortuna, porque evitó por un lado la tremenda agonía de Boeing y, por otro, pudo seguir adelante sacando provecho a sus aviones, sobre todo al E195-E2.
Además, en el primer semestre de este año entregó 61 aviones, frente a los 47 del año pasado, lo que significa que la caja funciona, porque los pedidos son negocios para el futuro, pero las ventas son tesorería hoy.