
En estos mismos tres meses, abril, mayo y junio de 2024, Ryanair ganó 360 millones de euros; este año alcanzó los 820 millones, más del doble, equivalentes a 9 millones de euros de beneficios al día. Y no es el trimestre mejor, aunque tampoco es el peor (Recado de O’Leary a Aena: “Asignaremos aviones donde bajen los impuestos”).
Cierto que este año la Semana Santa cayó en el segundo trimestre, pero pese a ello es un resultado inesperado porque los precios medios de los billetes subieron un 21 por ciento. El número de pasajeros, por su parte, aumentó un 4 por ciento. El valor en Bolsa creció un 4 por ciento alcanzando prácticamente los 25 euros, arrojando el mayor valor de su historia, en torno a los 22 mil millones de euros.
Como siempre en Ryanair, los ingresos subieron mucho más que los gastos: los primeros un 20 por ciento más en el trimestre, los segundos apenas un 5. Además, la aerolínea irlandesa tiene asegurado el 85 por ciento del kerosene de aviación para el año que viene a 76 dólares el barril.
Nadie pone énfasis en una ventaja que tiene Ryanair y que, siendo muy arriesgada, le va muy bien: los 737Max. Por lo visto, su ecuación de consumo es óptima. Todos los fabricantes dicen que sus aviones consumen menos, pero después en la práctica eso es relativo. Sin embargo, el 737Max es óptimo. Aunque es un avión arriesgado porque, como es bien conocido, su fabricación ha sido muy caótica con dos accidentes mortales y otros incidentes menores pero muy dañinos.
A estas alturas, ya sabemos que lo que O’Leary diga de los precios es lo que le conviene en cada momento. Había avanzado que bajarían, que subirían, pero nunca que se dispararían como ha ocurrido. Ahora mismo está pasando sus tres meses más decisivos. El octubre se sabrá si se consolida este resultado.