
“Bienvenido turista”. Canarias responde así ante la imagen de turismofobia que se viene proyectando desde diversos estamentos de Baleares. El mensaje está calando en el viajero, con independencia de si las voces contra el turista sean minoritarias aunque muy visibles y ruidosas. Cada vez se aprecia más que el que llega a Baleares y se relaciona con el local, les pregunta si es bienvenido.
Ante este fenómeno, los hoteleros mallorquines han reaccionado con una campaña en la que expresan su gratitud al cliente. Las vallas de las carreteras de las principales zonas turísticas de la isla ya tienen a la vista estos mensajes. Sin embargo, el viajero y los touroperadores cuentan con motivos para no sentirse deseados, más allá de las protestas y acosos de los cuatro de siempre.
Las propias instituciones baleares vienen trasmitiendo señales sutiles de que no hay sitio para más viajeros. Además de una ecotasa creciente en los últimos años, se ha retirado la promoción. “No más en verano”, es otro de los lemas que han llegado al consumidor. Las consecuencias, por lo tanto, están empezando a notarse. Hay un sentir generalizado de que la temporada alta está siendo peor.
Cuesta así encontrar mensajes positivos en el archipiélago mediterráneo para seducir al viajero. Y ahí es donde destinos rivales parecen ver una oportunidad. Unas islas simpáticas contraponiéndose a otras más antipáticas y saturadas. Y unas que redoblan su publicidad en el momento clave de la compra de última hora, frente a otras donde lo que se expresa es hartazgo.