
El complejo turístico Wonsan Kalma, una ciudad vacacional construida por Corea del Norte a orillas del mar de Japón, ha resultado ser un fracaso apenas semanas después de su apertura oficial el 1 de julio. La falta de turistas, los elevados precios y numerosos fallos operativos han obligado al país a suspender el ingreso de visitantes extranjeros a sus instalaciones (Rusos en el Benidorm sugerido por Trump).
Según apunta El Español, cuenta con más de veinte hoteles, playa privada, teatro, tiendas y hasta un parque acuático. Inicialmente, fue concebido como un escaparate del aperturismo norcoreano, pero en apenas dos semanas, ya se ha puesto en evidencia la escasa demanda internacional. De hecho, hasta ahora, Rusia era el único país que enviaba visitantes.
Así, a pesar de los esfuerzos del régimen para atraer turismo ruso mediante campañas promocionales y declaraciones públicas, la ocupación ha sido mínima. Ello se debe, en parte, a que un paquete turístico de ocho días cuesta cerca de 1.925 dólares, una cifra que representa más del 70% del salario medio mensual ruso, principal mercado objetivo.
En este sentido, profesor Kang Dong-wan, experto en sociedad norcoreana de la Universidad Dong-A, ha indicado que resulta difícil pensar que este complejo esté enfocado en turistas locales, debido a la escasa población con poder adquisitivo suficiente. Por su parte, la directora de la agencia rusa Vostok Intur, Inna Mukhina, ha asegurado que el resort fue ideado “especialmente para turistas rusos”, aunque la demanda no ha respondido como se esperaba.
No es la primera vez que Corea del Norte cierra sus puertas al turismo extranjero poco después de reabrirlas. En marzo, se suspendieron las visitas a la ciudad de Rason apenas semanas después de su autorización. En ambos casos, el patrón ha sido el mismo: intentos fallidos de atraer turistas, seguidos de cierres abruptos tras críticas o baja afluencia.