
Dicen que cuando Donald Trump durante su primer mandato se reunió con Kim Jong Un, el líder norcoreano, le sugirió hacer un resort turístico. Una idea como la que ha tenido para Gaza y que, por lo visto, repite con frecuencia.
Kim Jong Un debió de tomarla en serio porque hizo su propio Benidorm en Corea del Norte, con el nombre Wonsan Kalma. Hace un mes se hizo una gran ceremonia para inaugurar un enclave que desde entonces y hasta ayer mismo no ha tenido ni un turista. Lo de que Wonsan Kalma es Benidorm no es una comparación, es una realidad: en 2017, un grupo de norcoreano viajó a Benidorm para conocer cómo funcionaba aquello y, efectivamente, copió todo.
De ahí aparecieron los 43 hoteles, nada menos, que ahora empiezan a tener visitantes. Porque, como se imaginan, a Corea del Norte no se viaja cuando uno quiere sino cuando el gobierno permite y bajo sus estrictas condiciones. Y con precios elevadísimos: una semana, 1.800 dólares, casi 1.700 euros. Finalmente, el primer grupo de rusos ha viajado. Rusos que tendrán todos los movimientos controlados, por supuesto. En China, en cambio, no se ha puesto a la venta el producto, tal como quería Corea.
El resort coreano ha sido criticado por las condiciones de trabajo que han tenido quienes lo edificaron, absolutamente in humanas, según explica un desertor que estaba al frente de una brigada. Los antiguos habitantes del lugar habían sido previamente expulsados, sin indemnizaciones, por supuesto.