

El primer paso es asumir que el canal directo no es uno más, sino el prioritario. Parece obvio, pero no siempre es así. A partir de ahí, el lema “zapatero a tus zapatos” es un buen mantra: es clave rodearse de partners tecnológicos especializados, con soluciones propias que, al estar desarrolladas sobre la misma base, se entenderán mejor. Eso sí, deben ser flexibles, escalables y abiertas a conectarse con soluciones externas, porque ningún proveedor es el mejor en todas las parcelas.
Estrategia, motor de reservas, web, revenue, marketing digital, atención al cliente… todo debe formar parte de un ecosistema sincronizado. Aun así, seguimos viendo errores básicos: webs desactualizadas, procesos de reserva complejos, estructuras tarifarias mal planteadas, disparidades, inversión mal enfocada en marketing, falta de seguimiento del dato o ausencia de programas de fidelización. Ese back to basics sigue siendo imprescindible.
Antes de aplicar innovaciones como la inteligencia artificial, hay que cubrir esos básicos. Y después, pensar más allá del impacto de un titular. Muchos hablan de IA, pero pocos la aplican realmente a procesos que aporten valor. Tener un agente conversacional potenciado por IA sigue siendo casi anecdótico. El caso del paquete hotel + vuelo es distinto: su utilidad depende del tipo de alojamiento y el mercado. Un hotel rural en Soria no lo va a rentabilizar, pero en destinos insulares o internacionales puede marcar la diferencia.
No se trata de incorporar tecnología por moda, sino de usarla con propósito. Un canal directo eficaz se construye desde la estrategia. La innovación debe ser un medio, no un fin.