En Italia nunca se sabe si una huelga será o no la causa de un caos. La de ayer lo fue. Los servicios ferroviarios quedaron paralizados el jueves a las 9 de la noche hasta el viernes a la misma hora.
En algunos casos, los viajeros quedaron abandonados, lo que generó problemas. Fue el caso de Milán, donde con destino al aeropuerto de Malpensa se quedaron sin conexión y perdieron sus vuelos. Los avisos de los ferrocarriles informando de la cancelación de los trenes tuvieron lugar en algunos casos apenas seis minutos antes del inicio de la huelga, lo que generó graves inconvenientes entre los visitantes al país.
Los paros fueron casi totales en las redes de Ferrovie dello Stato, tanto en su filial de alta velocidad como en otras ramas. Sólo hubo normalidad en parte de la plantilla de Piamonte y el Valle de Aosta, así como en el servicio de control de tráfico en Cerdeña, que por cierto no tenía tráfico que controlar porque estaba en huelga.
El paro ferroviario fue, en todo caso, parte de una huelga general a la que se adhirieron cinco sindicatos. El pedido es menos gasto militar y más en salud, educación, transporte e higiene laboral.
