

Planificar un viaje en Europa ya no solo implica elegir alojamiento o vuelos. Cada vez son más los destinos que aplican tasas turísticas, un recargo que los viajeros deben pagar por pernoctar o incluso por acceder a ciertos lugares. Estas tasas, que hasta hace pocos años eran marginales, se están extendiendo por todo el continente y evolucionando hacia herramientas más sofisticadas, con el objetivo de gestionar los efectos del turismo masivo, proteger los entornos urbanos y naturales y generar recursos para la comunidad local.
Según datos actualizados del portal de reservas Holidu, en 2025 Ámsterdam lidera el ranking europeo con un impuesto del 12,5% sobre el coste total de la reserva, lo que equivale a una media de 18,45 € por noche. Le siguen destinos como Atenas, Berlín, Milán o Roma, donde las tarifas han aumentado significativamente en los últimos años.
¿Qué es una tasa turística?
Se trata de un impuesto que los visitantes deben abonar, generalmente vinculado al alojamiento o, en algunos casos, a la entrada o salida del país o ciudad. Su recaudación persigue varios fines:
- Mitigar los impactos del turismo sobre infraestructuras y servicios públicos.
- Financiar proyectos medioambientales y de sostenibilidad.
- Regular los flujos turísticos en destinos saturados.
- Contribuir al mantenimiento del patrimonio histórico y cultural.
Según definía en 2024 National Geographic Traveller (UK), “estas tasas son vistas como un modo de devolver a la comunidad parte de los beneficios económicos del turismo, aunque su aplicación es muy diversa y a menudo controvertida”.
Modelos diversos y en expansión
Cada país, e incluso cada ciudad, aplica su propia fórmula. En Europa predominan tres tipos:
- Tasa porcentual: aplicada como porcentaje del coste de la estancia (modelo de Ámsterdam o Berlín).
- Tarifa plana por noche: más común en Italia o España.
- Tasas diferenciadas por temporada o tipo de alojamiento: como en Grecia o Florencia.
Algunos destinos, como Venecia, han incorporado una tasa adicional para visitantes de un solo día, que se cobra a la entrada mediante un QR code. Según señalaba National Geographic Traveller (UK) en 2024, esta medida generó protestas entre los residentes, que la consideraban simbólica e insuficiente para frenar el overtourism.
Ranking europeo de tasas turísticas (2025)
Ciudad | Importe medio por noche |
---|---|
Ámsterdam (Países Bajos) | 18,45 € |
Atenas, Rodas, Heraclión, Tesalónica (Grecia) | 8,17 € |
Berlín (Alemania) | 7,38 € |
Milán (Italia) | 6,44 € |
Roma, Florencia (Italia) | 6,13 € |
Bolonia (Italia) | 5,93 € |
En España, Cataluña y Baleares han sido pioneras. Barcelona combina el impuesto autonómico con un recargo municipal que seguirá subiendo en 2025, mientras que las Islas Baleares aplican su conocida «ecotasa» desde 2016, destinada a financiar proyectos de sostenibilidad ambiental. Según datos de 2024 de National Geographic Traveller (UK), Barcelona podría alcanzar los 15 € por noche tras la actualización legislativa prevista.
Otras comunidades, como Galicia, Canarias, Comunidad Valenciana y País Vasco, están en diferentes fases de implantación o debate. En Mogán (Gran Canaria), desde enero de 2025 ya se aplica una tasa de 0,15 € por persona y noche.
¿Impacto real o medida simbólica?
Las tasas turísticas generan opiniones encontradas. La European Tourism Association (ETOA), citada en National Geographic Traveller (UK), considera que “se imponen a menudo como respuesta rápida a necesidades fiscales y que no son una herramienta de control eficaz”. Sin embargo, la Organización Mundial del Turismo (UN Tourism) defiende que, bien diseñadas, pueden ser útiles para equilibrar la carga del turismo y promover un desarrollo más sostenible.
El impacto también depende de la percepción social. En 2002, las Islas Baleares retiraron su primer intento de eco-tasa tras una caída del 25 % en la llegada de turistas. Hoy, el éxito de estas medidas está más relacionado con la transparencia en el uso de los fondos y la participación de la comunidad local.
Ejemplos como Bali —donde la tasa de entrada de 150.000 rupias indonesias se destina explícitamente a proteger hábitats naturales y cultura local, según informaba National Geographic Traveller (UK)— o el programa de conservación en el Lago de Como financiado con tasas hoteleras, demuestran que, bien gestionadas, estas tasas pueden tener un impacto positivo y visible.
¿Y el viajero?
Para el turista, la clave es informarse. Las tasas cambian según el destino, la temporada, el tipo de alojamiento o incluso la edad de los viajeros. Además, en algunos casos —como en Barcelona— se aplican múltiples tasas. Y mientras en muchos destinos se puede pagar con tarjeta, en otros se exige efectivo.
En palabras de Natalia Bayona, directora ejecutiva de UN Tourism: “Las tasas turísticas deben diseñarse para que beneficien a las comunidades anfitrionas y para que los visitantes comprendan el porqué de su aportación”.
Un fenómeno imparable
Con el turismo global recuperado a niveles prepandemia, la presión sobre muchos destinos europeos se intensifica. Las tasas turísticas seguirán creciendo, diversificándose y, probablemente, sofisticándose.
El reto será encontrar un equilibrio: que estas tasas sirvan para proteger entornos y mejorar la vida local, sin convertirse en simples cargas fiscales para los viajeros ni dañar la competitividad de los destinos.
Imágenes cedidas: Nathana Rebou?as en Unsplash