Había dos asuntos que podían incomodar el negocio de las low cost europeas: por un lado, el coste de los retrasos y cancelaciones, que obliga a elevadas indemnizaciones a los viajeros y, en segundo lugar, el cobro del equipaje de mano. En ambas batallas, parece que las aerolíneas van a ganar porque Bruselas obedece sus instrucciones (Las aerolíneas podrán cobrar por el equipaje de mano).
El asunto de las indemnizaciones por retrasos es el más difícil porque es una norma clara, está en vigor y muchos otros países la han copiado. La iniciativa sobre todo polaca es exigir otra hora más (cuatro en lugar de tres) e incluso modificar el importe de las indemnizaciones. De alguna manera, hay aspectos del problema que merecerían ser reconsiderados, pero la solución escogida es absolutamente anticonsumidor.
El problema del equipaje de mano más bien nunca existió más que en España y marginalmente en algún otro país. Consiste en que Europa nunca había fijado el tamaño de las maletas permitidas a bordo, lo que llevó a que todo el mundo se lanzara al cuello de quienes exigen el tamaño más pequeño (Ryanair y Wizz Air, aunque también las demás, pero un poco más generosas), en pos de su negocio de maletas de pago. Ahora se ha ratificado el límite del tamaño de la gratuidad, cosa obvia diga lo que diga España, pero se ha modificado de forma inapreciable la medida máxima, que es un poco más ancha que la de Ryanair, pero un poco menos profunda. Otra victoria de las aerolíneas, esta mucho más esperable.
Hay un matiz: todo esto no está aún aprobado, sino que los parlamentarios europeos, habitualmente marionetas de los gobiernos, lo tienen que ratificar. Es posible pero no probable que se opongan. En el día a día, por el momento no cambia nada. Pero sí quedará clara la medida de la maleta de mano que es el mínimo obligatorio.
