Easyjet y Wizz Air han coincidido en que sus últimas cuentas recién presentadas han supuesto un empeoramiento de sus resultados, lo que se ha traducido en que ambas sufrieran agudos desplomes bursátiles al poco de hacerse públicos sus números.
Los expertos llevan tiempo apuntando a que la fusión más complementaria que puede darse hoy en Europa es precisamente entre la británica y la húngara, debido a su posición centrada en las dos grandes regiones en las que se divide el continente, entre la occidental y la del Este.
Desde una perspectiva estratégica, ninguna otra combinación de dos aerolíneas europeas tendría más sentido, puesto que ambas se verían reforzadas en su competencia contra el gigante Ryanair, cuyas economías de escala le permiten unos costes unitarios mínimos y sus consecuentes tarifas más bajas.
Los tres grandes conglomerados aéreos del continente también han desarrollado sus propias low cost, como Air France-KLM con Transavia, o Lufthansa con Eurowings, aunque representen un caso distinto al de Vueling en el seno de IAG, ya que la barcelonesa había ya desplegado una cultura propia antes de integrarse en un gran grupo.
Así, en un escenario de consolidación y sinergias, cobra fuerza que de algún modo y en el momento oportuno la low cost inglesa y la magiar oficien un casamiento en cierto grado, del que ambas se beneficiarían, y que obligaría a sus rivales como Ryanair y Vueling a extremar opciones a fin de mantener sus ventajas actuales frente a su hoy disgregada competencia.
