
El año 2024 se acaba de convertir en el primer año en el que Málaga capital y Marbella, han pasado a ofertar un mayor número de plazas en viviendas de uso turístico que en cualquiera de los restantes alojamientos reglados (hoteles, hostales, establecimientos rurales o campings), una degradación de la planta turística que en el conjunto del país solo se da también en Valencia y Alicante.
En la provincia de Málaga, los pisos de uso turístico popularizados por Airbnb ya acaparan el 68% de las camas que oferta el destino. Marbella, Málaga capital, Torremolinos, Benalmádena, Mijas, Estepona y Fuengirola figuran entre las diez ciudades de Andalucía con un mayor cupo total de plazas en alojamientos turísticos reglados, junto a Sevilla, Granada y Roquetas de Mar, a las que siguen Conil de la Frontera y Chiclana de la Frontera, en la provincia gaditana, justo antes de que Nerja.
Este formato de menor calidad en cuanto al perfil de turista que atrae, y a los mayores problemas de convivencia que supone para los residentes, unido al encarecimiento de vivienda que provoca, no deja de subir, pese a las promesas políticas.
Por ejemplo, la capital malagueña cerró este pasado año con un incremento de esas camas en pisos de uso turístico de hasta el 35,8%, apenas superado dicho porcentaje por los de la capital valenciana (56,4%) y Madrid (48,8%). Tras Sevilla, Barcelona y Benidorm figura Marbella, con una subida del 21,2%, según la Opinión de Málaga.
Así, los dos aeropuertos peninsulares con mayor foco y peso en el turismo de playa como son el de Málaga y Alicante deberían cuestionarse si en el futuro prefieren atraer a un viajero de mayor calidad con una oferta alojativa más cuidada, o si optan por un modelo de mayoría de mochileros que invaden los espacios vecinales.