
Lo que está ocurriendo con Boeing en Estados Unidos es absolutamente vergonzoso. No es que se le hayan caído dos aviones causando la muerte de todos los pasajeros. Eso en sí mismo no tiene que ser necesariamente delito, en la medida en que se haya hecho todo lo posible para evitar que ocurra (Nadie será culpable de las muertes de los 737 de Boeing).
Lo que es inadmisible es que, una vez caído el primer avión, Boeing acosara a Lion Air y a sus propietarios y pilotos como si fueran unos incompetentes e inútiles. Podrían haberlo sido, pero Boeing sabía en ese momento que había introducido un programa informático secreto, el MCAS, y lo mantuvo oculto. Y sabía que ese programa dependía de unos sensores poco fiables, que los pilotos no conocían y no sabían cómo manejar.
Tuvo que caer el segundo avión para que Boeing quedara realmente contra las cuerdas y todo el mundo empezara a pedir claridad. Y aún así, prometió al Gobierno americano que introduciría medidas internas para asegurar la calidad, cosa que no ocurrió.
Tuvo que perder una portezuela un avión americano, con pasajeros americanos, para que la crisis llegara a su punto álgido. Sólo en ese momento hubo un verdadero cambio de posturas en la dirección del fabricante que ha permitido reconducir la gestión del fabricante.
Ahora, sin embargo, toda aquella vergüenza de ocultamientos y mentiras puede quedar impune porque ha habido un acuerdo entre la compañía y el Gobierno americano para evitar el juicio. O sea que nadie, absolutamente nadie en Boeing, pagará penalmente por la vergonzosa política de mentiras que se puso en marcha entre la caída del primer avión y la caída de la portezuela del 737 de Alaska Airlines. A menos que el juez rechace este pacto y siga adelante con el juicio, lo cual no sería muy habitual (Un Boeing 737-9 Max nuevo pierde una puerta de emergencia en pleno vuelo).
Francamente, un episodio completamente vergonzoso e indigno de un país civilizado.