
¿Qué clases de hoteles existen?
Hoy conviven desde clásicos hoteles urbanos y resorts de playa, hasta micro hoteles cápsula, glampings en cúpulas transparentes o palacios reconvertidos con más historia que una saga de Netflix.
Pero la lista no termina ahí: también encontramos hoteles burbuja, hoteles flotantes, hoteles temáticos (como los de Harry Potter o Star Wars), hoteles-castillo, hoteles ecológicos, hostales juveniles, albergues rurales, hoteles de lujo extremo, hoteles solo para adultos, hoteles cápsula estilo japonés, y hasta hoteles itinerantes sobre ruedas. Cada uno tiene su encanto y responde a un estilo de viajero muy específico. Todo cuenta mientras cumpla la promesa fundamental: cama, higiene y seguridad. El resto son capas de toppings que convierten la estancia en experiencias.
¿Para qué sirve la clasificación de los hoteles?
Sin un sistema común sería como vender zapatos sin tallas: puro caos. Clasificar ayuda a:
- Gestionar expectativas: el huésped sabe qué obtendrá y hasta cuánto debe rascarse el bolsillo. Por ejemplo, si reserva en un hotel de 2 estrellas no esperará servicio de habitaciones 24h ni albornoces de rizo egipcio.
- Segmentar mercados: el hotelero afina campañas y partners. Un hotel boutique en el centro histórico puede enfocarse en viajeros culturales y foodies, mientras que un resort en la costa apuntará a familias con niños.
- Comparar rendimiento: permite descubrir si el eco-lodge vende mejor la suite que el urbano. Así, un gestor podría decidir invertir más en experiencias sostenibles si ve que generan mayor ocupación.
- Homologar calidad: autoridades y OTAs exigen estándares; la estrella o la etiqueta “boutique” se vuelve moneda de confianza. Por ejemplo, un hotel con sello ecológico atraerá a viajeros comprometidos con la sostenibilidad.
Clasificación de hoteles según el número de estrellas
Aunque la clasificación por estrellas es la más usada en todo el mundo, no hay una norma universal que la regule. Cada país baila al ritmo de su propio reglamento. Y, sorpresa: la mayoría de los sistemas no los establecen gobiernos, sino agencias privadas.
Por ejemplo, en Australia se encarga Quality Tourism Australia; en EE.UU., la clásica AAA; en Europa, la HotelStars Union intenta armonizar criterios; y en Reino Unido lo gestiona AA Hotel and Hospitality Services.
Cada organismo tiene directrices ligeramente diferentes, lo que significa que un hotel tres estrellas en París no es exactamente lo mismo que uno en Nueva York. Aun así, todas siguen una lógica similar: 1 estrella garantiza lo esencial -cama limpia y ducha-; 5 significan lujo sin fricciones.
Clasificación de hoteles según el tipo de alojamiento
Aquí hablamos de hardware y personalidad del inmueble:
- Hoteles independientes: artesanos de la experiencia, con libertad para regalar churros a las 2 a. m. si apetece.
- Cadenas: colosos de la coherencia; el mismo colchón, logo y perfume de lobby en tres continentes.
- Moteles: hermanos ruteros con parking en la puerta de tu habitación y check-in exprés.
- Glampings: camping de lujo con domos, jacuzzis y mantas de alpaca bajo las estrellas.
- Palacios boutique: joyas patrimoniales con pocas llaves y muchas historias, como el sevillano Casa Palacio Don Ramón.
Elegir el tipo de alojamiento no es solo una cuestión de gustos o caprichos estéticos. La elección del tipo de alojamiento condiciona directamente la estrategia económica del negocio. Influye en los costes operativos, en el tipo de cliente al que atraerás, en el precio que puedes cobrar por noche y hasta en qué canales te conviene anunciarte.
Y por supuesto, cambia la historia que vas a contar: ¿eres el hotel con desayunos servidos en vinilos vintage o el skyscraper donde suena jazz instrumental las 24 horas? Una decisión lo cambia todo: el tono, el cliente y hasta las reseñas.
Los distintos tipos de hotel según el tamaño
Tamaño no es solo vanidad; determina operaciones:
- Micro hoteles (1 a 25 habitaciones): Pequeños, íntimos y con mucho encanto. Son ese tipo de lugar donde te reciben por tu nombre, te preguntan si dormiste bien y hasta te dan consejos sobre dónde ir a cenar. Perfectos para escapadas románticas o viajeros solitarios que buscan sentirse en casa.
- Hoteles medianos (26 a 100 habitaciones): El equilibrio justo. Ni muy grandes, ni muy chicos. Pueden ofrecer un buen desayuno buffet, un barcito coqueto y quizás hasta un mini spa. Son ideales para quienes quieren un poco de todo, sin agobios.
- Hoteles grandes (101 a 700 habitaciones): Aquí ya entramos en terreno serio. Hay recepción 24h, varios restaurantes, diferentes tipos de habitaciones y equipos por todos lados. ¿Lo bueno? Todo está pensado para que funcione como un reloj. ¿Lo complicado? Que todo funcione como un reloj.
- Mega-resorts y hoteles de convenciones: Esto ya es otro planeta. Hay de todo: tiendas, piscinas, salones enormes, animación, bodas, congresos… Lo que se te ocurra. Puedes pasar días sin salir del recinto y, honestamente, ni te enterás de que hay un mundo fuera. Es el parque de atracciones del descanso.
¿Más habitaciones? Más desafíos. Pero también más posibilidades. Lo importante no es cuántos cuartos tienes, sino lo que haces con ellos.
Dependiendo de la duración de la estancia
Segmentar por duración ayuda a optimizar inventario y pricing.
- Transient (1-3 noches): negocio puro o escapada exprés. Por ejemplo, un ejecutivo que aterriza en Madrid un lunes para una reunión y vuelve a casa el martes.
- Extended-stay / apartahoteles: estancias de semanas o meses con cocina, lavadora y precio decreciente. Ideal para un consultor que trabaja en un proyecto temporal en otra ciudad o una familia que se muda y necesita alojamiento temporal mientras encuentra piso.
- Long-term lease: habitaciones vendidas a empresas por temporadas. Piensa en las tripulaciones de aerolíneas que vuelan regularmente a un destino o en trabajadores desplazados que requieren una estancia prolongada, pero con servicios hoteleros incluidos.
- Resorts y sitios vacacionales: aunque algunos huéspedes solo pasen unos días, suelen reservarse para estancias de media a larga duración, especialmente en periodos vacacionales. Por ejemplo, una familia que se queda 10 días en un resort todo-incluido en Punta Cana o una pareja que pasa dos semanas en un eco-lodge en Costa Rica.
Clasificación en función de los servicios que ofrecen
Aquí manda el catálogo de amenidades. Dependiendo del tipo de hotel, encontrarás combinaciones distintas de servicios que definen la experiencia:
- Full-service: Hoteles que lo ofrecen todo. Restaurante gourmet, spa, servicio a la habitación, valet parquin, y conserje multilingüe. Perfecto si quieres sentirte como un rey (o al menos como alguien que desayuna con vistas al jardín zen).
- Select-service: Una versión intermedia. Desayuno bufé, bar abierto por las noches y gimnasio pequeñito pero apañado. Ideal para quien quiere comodidad sin excesos.
- Limited-service / budget: Lo esencial, pero bien resuelto. Self-check-in, máquina de snacks, agua caliente a voluntad y cama limpia. Pensado para viajeros prácticos o mochileros con agenda apretada.
- Resort: El todo-incluido por excelencia. Buffet eterno, actividades sin parar (desde yoga hasta kayak), animación, spa, y entretenimiento nocturno. Son el Disneyland de los adultos… y también de muchas familias.
- Lifestyle: Más que dormir, es vivir una experiencia. Diseño instagrameable, música lo-fi en el lobby, zona de coworking y hasta baristas con bigote hipster. El lugar donde los creativos se sienten como en casa.
Tipos de hoteles según el modelo de propiedad
Existen varios modelos de propiedad hotelera, y cada uno tiene su propio ritmo
Están los clásicos de toda la vida: hoteles de propiedad y operación propias, donde el dueño toma todas las decisiones, desde el color de la moqueta hasta el software de reservas.
Luego está el modelo de franquicia: el hotel adopta una marca reconocida, sigue su manual al pie de la letra, y a cambio recibe respaldo de marketing y reconocimiento instantáneo (aunque tenga que pagar una parte del pastel).
Por otro lado, tenemos los contratos de gestión, donde el inversor pone el edificio y una empresa especializada se encarga de operarlo cobrando honorarios. Y, por último, el modelo de arrendamiento: el operador paga un alquiler fijo y se encarga de todo, asumiendo riesgos y beneficios como si fuera suya la fiesta.
Escoger modelo es como elegir pareja de baile: define quién lidera, quién marca el ritmo, y quién se queda con el último euro de beneficio.
Clasificación en función del público objetivo
Aquí es donde los hoteles sacan su lado más creativo. No todos los alojamientos están pensados para todos los públicos, y esa es precisamente la gracia. Existen hoteles pensados exclusivamente para el viajero de negocios, con Wi-Fi potente, salas de reuniones y café sin límites. Otros están diseñados para familias, con toboganes más altos que tus expectativas y menús infantiles que salvan cualquier cena.
Están también los hoteles solo para adultos, perfectos para quienes buscan silencio, cócteles en la piscina y ni rastro de pistolas de agua. Los nómadas digitales también tienen sus santuarios, con escritorios con vistas, café de especialidad y zonas de coworking donde todos parecen estar escribiendo su novela. Si lo que buscas es paz interior (y abdominales más firmes), los wellness retreats se han puesto de moda: yoga al amanecer, zumos verdes y cero móviles a la vista.
También tenemos los clásicos por ubicación: hoteles de playa con acceso directo al mar y actividades acuáticas; urbanos, para los que quieren estar en el meollo cultural; y rurales, para los que prefieren contar estrellas en lugar de ovejas antes de dormir.
Conclusión
Clasificar un hotel no es ponerle etiquetas porque sí. Es darle identidad, dirección y una voz propia en un mercado lleno de opciones. Sirve para afinar tu estrategia, conectar con el huésped ideal y ofrecerle justo lo que busca (o incluso sorprenderle con algo mejor).
Ya sea por número de estrellas, tamaño, tipo de alojamiento o estilo de huésped, saber en qué liga juegas (y contra quién compites) te ayuda a sacar lo mejor de tu propuesta. No es lo mismo atraer a una pareja yogui que a un grupo de ejecutivos con jet lag.
Así que analiza, clasifica y, sobre todo, personaliza. Porque en hospitalidad, saber quién eres y para quién trabajas no solo vende… también enamora.