En realidad, Ryanair es sólo la víctima principal del caos que se generó este domingo en el aeropuerto londinense de Stansted, pero no es la responsable (Ryanair pierde una doble batalla judicial con Aena por las tasas).
Como ocurre con frecuencia en algún que otro aeropuerto, a primera hora de la madrugada los sistemas informáticos cayeron. No era posible ni facturar, ni embarcar, ni cargar las maletas. Un verdadero caos, con colas por todos lados, en muchos casos para vuelos incorrectos o que no llegaron a operar.
Stansted, propiedad de la misma empresa propietaria del de Manchester y cuyo primer accionista es el municipio de esta ciudad del norte inglés, reconoció la existencia de retrasos y cancelaciones, pero enfatizó que sus ingenieros estaban trabajando para que la informática recuperara la normalidad.
Ocurre que el aeropuerto y Ryanair son prácticamente la misma cosa porque la irlandesa es, con diferencia, la aerolínea dominante en ese aeropuerto, muy lejos de la segunda empresa, Jet2.
Los viajeros fueron más contundentes en sus comentarios. “El aeropuerto es un caos, los empleados no saben qué hacer, están enviando a los viajeros a embarques incorrectos. Hay mucha tensión”, decía uno. Otro indicaba que no había ayuda, porque las aerolíneas apenas tienen plantilla in situ. Algunos aseguran haber estado esperando cuatro horas para después comprobar que su vuelo había partido sin ellos.
Aproximándose al mediodía, la normalidad volvió. O mejor dicho, los sistemas recuperaron la operatividad, porque los retrasos se han sucedido en cadena durante todo el día.
