
Es posible que en el futuro las cosas vayan a ser así. No obstante, está bien conocer la experiencia del parisino aeropuerto de Charles de Gaulle, el mayor de Francia, para entender que va a gastar 4.500 millones de euros en diez años con el objetivo de no crecer, o sea lo contrario de lo que suele ocurrir con este tipo de terminales.
De hecho, Aeroports de Paris, el propietario, presentó en su momento un proyecto para hacer la terminal 4, que permitiría atender a 40 millones de pasajeros anuales para que todo el hub pudiera llegar a 168 millones en 2050. Ahora el aeropuerto, que hoy atiende 88 millones de pasajeros, tiene como meta reducir en 53 millones aquel horizonte de crecimiento y para ello va a gastar 4.500 millones de euros.
Philippe Pascal, el director general, ha hecho suyo el discurso, al afirmar que es un proyecto antiterminal 4. “Todo se puede parar y cambiar”, dice, explicando que la empresa ha dado un volantazo y cambia de rumbo. Ahora el objetivo es mantenerse en los 88 millones de pasajeros anuales, al menos hasta 2035, para lo cual cuenta con la ayuda de los nuevos impuestos estatales que suponen una limitación a la demanda.
El nuevo Charles de Gaulle no tendrá ni nuevas pistas ni nuevas terminales. Y gastará ese dinero en descarbonizar las operaciones terrestres, potenciar el multimodal avión-tren y en reducir los tiempos de conexión. Incluso una línea de metro parisina, la Lisa, llegará a la terminal 2.
Ya ven, Europa va por un lado y Asia por el contrario. Y los demás continentes se aproximan más a Asia que a Europa.
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