Lo último que quiere un viajero normal cuando llega a una frontera es que le monten un circo. Y esto está ocurriendo cada día más en Estados Unidos. En primer lugar, el gobierno ha desempolvando varias listas de nacionalidades a las que les ponen todas las dificultades, pero, más inquietante para los europeos, muchos viajeros de países habitualmente ‘amigos’ de Estados Unidos, como son los del espacio Schengen, se encuentran con problemas (Cancelaciones masivas de viajes de canadienses a Estados Unidos).
Los abogados especializados acaban de hacer pública una advertencia a los ciudadanos indios que, si pueden, no dejen Estados Unidos, incluso por supuesto teniendo todo en regla, porque las medidas de las fronteras se han convertido en impredecibles.
El número de viajeros retenidos durante horas y horas en las fronteras ha aumentado, lo que con un poco de exageración por parte de los afectados está teniendo un gran impacto en el volumen de turistas. Una ONG especializada en el estudio de los flujos turísticos a Estados Unidos, que esperaba para 2025 un aumento del 8,8 por ciento del volumen de visitantes, ha constatado que en febrero ha habido un descenso del 5,1 por ciento, debido fundamentalmente al clima radicalizado que ha introducido el gobierno.
Los trabajos actualizados dicen ahora que en este año habrá una caída del 11 por ciento en el volumen de viajeros en general. Es bien conocido el caso de Canadá, donde los viajeros han optado por cambiar de destino y dejar a su vecino del sur.
Los especialistas no ven demasiadas razones objetivas para estas conductas, pero eso es igual porque lo importante es la percepción de inestabilidad que va dejando la administración Trump.
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