Una de las razones por las cuales Lufthansa perdió dinero el año pasado es que tiene una flota caduca y que los aviones nuevos no terminan de entrar en servicio. Ahora tiene un lío con los nuevos 787 que sí va a recibir (Las filiales menores de Lufthansa salvan al grupo).
Lufthansa, al mismo tiempo, lleva años introduciendo el nuevo modelo de asientos Allegris, para clase business. Por culpa propia, el proyecto se ha retrasado, pero ya hay algunas unidades, todo A350, que lo han estrenado.
Estos asientos, sin embargo, aún no están certificados para el 787. O sea que están los aviones, pero la certificación de los asientos, no. Lo último que quiere Lufthansa es retrasar su entrada en servicio para este verano, de manera que estudia volar sin que una parte de los asientos nuevos se puedan ocupar.
La certificación tiene que ver con un montón de pruebas sobre la seguridad, pero si se dejan plazas sin ocupar en clase Allegris, se cumple sin esperar a la nueva certificación. “Los cuellos de botella de los fabricantes –dijo Carsten Spohr, el máximo ejecutivo del grupo—se mantienen desde el año pasado y seguirán hasta el final de esta década”, lo cual complica la vida a la aerolínea.
Hay 45 aviones Boeing que tenían que estar operando desde el año pasado, de los cuales 15 son 787 que finalmente empiezan a ser entregados. “Soy cautelosamente optimista sobre la posibilidad de que algunos de estos aviones ya puedan volar este verano”, con varios asientos bloqueados. Inicialmente, Lufthansa espera 26 aviones nuevos en este año.
