Las aerolíneas llaman ingresos “ancillary”, que vendría a ser “atípicos”, a todos aquellos que no son estrictamente la venta del billete para volar. Estos ingresos, que antes eran muy poca cosa, ahora con la imaginación que le han echado las low cost, son hasta un 25 o 30 por ciento de toda la facturación. O sea, algo muy importante (Nerviosismo entre las low cost: “España se va a cargar el mercado”).
Un estudio de una consultora especializada muestra que en las low cost, el ingreso más importante de los que componen esa oferta adicional es la maleta facturada, presente aproximadamente el 25 por ciento de los viajeros; un pelín menos es el seguro de viajes y casi empatado con el 23 o 24 por ciento de los viajeros escogiendo el asiento y pagando por ello. El retraso en el pago, posible en algunas aerolíneas se ve en el 18 por ciento de los viajeros y el coche de alquiler en el 20.
En las aerolíneas tradicionales las cosas cambian, pero no crean que demasiado: lo que más añaden los viajeros es el asiento escogido y de pago, seguido por el seguro de viaje, tercero una maleta que en estos casos es adicional a la permitida, el pago retrasado es mucho más frecuente que en el low cost, mientras que extrañamente el coche de alquiler sólo lo compran algo más del diez por ciento de los clientes.
En el mundo hay muchas aerolíneas que ofrecen productos raros y únicos: Frontier vende un pase de 30 días para volar todo lo que se quiera; Ryanair vende el Family Plus que permite a los niños ir junto a los padres. Frontier y Spirit, en Estados Unidos, ofrecen 10 productos a la carta para consumo a bordo, comprables con el billete de avión; Ryanair, nueve. La irlandesa es la que ofrece más combinaciones entre ‘priority’, añadir una maleta de mano, selección de asiento, y sus variantes.
