La reglamentación de operación de la torre de control del aeropuerto de Washington Reagan establece que hasta las 21.30, un controlador mantendrá el contacto con los aviones y otro lo hará con los helicópteros. Durante la noche, cuando el tráfico se reduce, la normativa permite que un mismo controlador lleve tanto aviones como helicópteros, en una zona muy saturada de operaciones (Tragedia aérea en Washington: todo lo que se sabe sobre el siniestro).
Según revela The Washington Post, el supervisor de la torre permitió que un controlador abandonara el puesto antes de hora. El informe inicial de los investigadores señala que “la dotación de personal de la torre para esa hora y volumen de tráfico no era la normal” (Un avión con 64 personas se estrella en pleno vuelo con un helicóptero en Washington).
El controlador había prohibido al helicóptero volar a más de 200 pies de altura, para evitar los aviones. Igualmente, le había señalado una trayectoria. Sin embargo, el helicóptero estaba volando a 300 pies de altura y a media milla (casi 800 metros) de la ruta fijada. En cambio, el avión estaba donde se le había instruido.
El controlador había preguntado al piloto del helicóptero si había visto el avión y le había autorizado a pasar después del mismo. El piloto del helicóptero era especialista en esa ruta y estaba instruyendo a alguno de sus acompañantes en cómo volar por la noche en esa zona.
Especialistas americanos familiarizados con el escenario indican que el controlador debería haber sido más proactivo en esta situación por la oscuridad del momento.
Anoche, barcas de investigadores habían vuelto al río a inspeccionar el lugar. Las dos cajas negras se han recuperado.
