American Airlines perdió ayer en algún momento en Bolsa un 7,5 por ciento de su valor, después de presentar sus malos resultados económicos, que son mucho peores porque tanto United como Delta, sus dos rivales, van fantásticamente (Los retrasos de Boeing obligan a American a cambiar sus rutas).
Para explicar los resultados de American con simplicidad, baste decir que pierde dinero con cada pasajero que sube a un avión. Lo poco que ha ganado le viene de sus relaciones financieras (por la tarjeta de fidelización) con los bancos y no del negocio principal que, como sabemos, es transportar viajeros.
La aerolínea dijo que en este primer trimestre del año perderá hasta 40 céntimos de dólar por acción, y si el combustible subiera aún perdería más. Las pérdidas básicamente se atribuyen a los acuerdos salariales por un lado y a la reducción de la oferta, por otro.
Evidentemente, cuando los rivales van exactamente en sentido contrario, es obvio que la gestión de American ha sido errónea: por ejemplo, ha apostado por abandonar las agencias e ir a por el cliente directo, lo que le ha causado una fuga de clientes y de facturación.
No obstante, el máximo responsable, Robert Isom, dice ser optimista y que 2025 acabará bien, aunque el mercado no termina de creerle.
