Una característica del burócrata es que carece de sentido común. Se enreda en su maraña de normas y se olvida que las normas son decisiones humanas que pretenden un objetivo y que cuando este manifiestamente se pierde, entonces mejor cambiar de rumbo.
Explico esto por el lío que estamos montando en la Unión Europea con la primera nacionalidad que nos visita y que envía turistas, Gran Bretaña.
Los británicos tienen pasaportes con un periodo de vida útil de diez años. Europa no acepta pasaportes con más de diez años de antigüedad, lo cual es compatible. Sólo que Gran Bretaña añade nueve meses para el trámite de renovación, de forma que personas con su pasaporte perfectamente válido en su país, no pueden entrar en la Unión Europea por esta razón.
Ustedes se preguntarán dónde está la falta de sentido común (sin acudir al tópico de las entradas de pateras): sucede que todos los ciudadanos británicos hasta hace menos de diez años entraban y salían de Europa sin restricciones de ningún tipo y ahora, por un detalle absurdo, a los mismos a los que no les pedíamos prácticamente nada, ahora los rechazamos porque su pasaporte es válido en su país, pero no para nosotros.
Francamente, es evidente que el bienestar nos ha hecho olvidar que necesitamos del turismo, algunos más, otros menos. Y del sentido común, los burócratas mucho más.