De tanto ir el cántaro a la fuente, al final se rompe. De tanto que han protestado los animalistas contra los parques acuáticos, al final el Marineland de Antibes, en los Alpes Marítimos franceses, cerró definitivamente tras más de cincuenta años abierto al público. Wikie y Keijo, sus dos orcas más grandes, dieron su último espectáculo el domingo 5 de enero. Para siempre. Tanto entrenamiento ahora inservible.
El espectáculo del domingo atrajo a nostálgicos que se lamentaron de la desaparición del parque. “No nos damos cuenta de que ahora estos animales van a ser separados y llevados muy lejos”, lamenta una joven que era empleada.
Marineland de Antibes daba empleo a 103 personas todo el año y a 500 en los meses estivales, cuando el parque operaba a pleno rendimiento. Es propiedad española: el grupo Parques Reunidos, que tuvo su origen en la Casa de Campo madrileña.
La defunción de Marineland en Antibes se anticipa a la muerte obligada que debería tener lugar en 2026, porque una ley francesa de 2021 prohíbe definitivamente los espectáculos en los que haya orcas o delfines. Pero para el parque, sin estos espectáculos nada tiene sentido porque ese es el motivo principal de las visitas.
Marineland Antibes tiene 4.000 animales, cuyo destino ahora mismo es incierto. La propiedad propuso llevar la mayor parte de los animales a Japón, donde sigue habiendo estos parques, pero Francia se negó.