El Consejo de Ministros de Lituania acordó ponerle un nombre al aeropuerto de la capital, Vilnius o Vilna, pero sólo por cinco años, después de lo cual o se le pondrá otro nombre o volverá a ser simplemente aeropuerto de Vilinius. Ustedes ya se imaginan por qué es un peligro esta moda.
El aeropuerto ahora se llamará Ciurlionis Airport, en homenaje al pintor y compositor Mikalojus Konstantinas Ciurlionis. Curiosamente, el homenajeado, de quien el año que viene se cumplen 150 años de su nacimiento, es un caso raro de compositor musical y pintor.
Habrá señales y publicidad indicando el nuevo nombre del aeropuerto, pero, sin embargo, oficialmente y a los efectos internacionales no habrá cambios, por lo que en cinco años se podrá volver a poner otro nombre sin grandes perjuicios.
Ya se imaginan la razón por la que esto en España puede ser un peligro: quién no quiere que su aeropuerto tenga uno u otro nombre, aunque sea por unos días. Como aquí se nos prenda la mecha de que cualquiera dé nombre a nuestros aeropuertos, cosa que de alguna manera ya ocurre pero que está limitado por la complejidad de llevarlo a cabo, tendríamos un buen circo.