Hace unos meses, Ryanair anunció que abandonaba el aeropuerto de Burdeos, cerrando su base en la ciudad. Como ocurre frecuentemente, aducía los costes desorbitados del aeropuerto, diciendo que no tendría base pero que seguiría volando desde otros lugares.
Inmediatamente, como es Ryanair, cerró. En realidad, el cierre lo llevó a cabo Malta Air, que es cien por ciento Ryanair, de manera que es correcto decir que todo lo que sigue le ha ocurrido a compañía irlandesa. Su marcha se hizo sin seguir procedimiento alguno, especialmente en lo que hace a la plantilla. Se marchó ‘a la brava’. Algunos empleados fueron trasladados a otras bases y los demás, a la calle. Entre ellos, 14 que no aceptaron el traslado.
Pero el comité de empresa demandó a la compañía por el procedimiento y ha habido sentencia: Ryanair (Malta Air), culpable. Para casos así, se tiene que seguir el procedimiento de despido colectivo, no individual por motivos económicos, como hizo la empresa. La condena obliga a hora a la empresa, que asegura no haber recibido notificación alguna, a iniciar un despido colectivo, según establece la normativa.
Tras la salida de Ryanair, Transavia, la filial low cost de Air France, anunció que abría base en el aeropuerto y puso en servicio siete rutas desde allí.