
Al final, la venta de ITA a Lufthansa seguirá adelante. No queda más remedio. Pero la crisis que se ha producido entre el accionista mayoritario de ITA, el Gobierno italiano, y el propietario del 41 por ciento y gestor de la aerolínea, Lufthansa, es un indicador de los riesgos de la convivencia (La venta de ITA, congelada y en riesgo de frustrarse).
La convivencia es muy difícil por los intereses de las partes: para Lufthansa, lo importante es la rentabilidad para el inversor, para el accionista; para el Gobierno italiano, lo clave es ganar las próximas elecciones. Estos son caminos que ocasionalmente pueden ser paralelos, pero muy frecuentemente son divergentes. De manera que el conflicto está hecho.
Hay más: que en el mismo capital participen estas dos culturas genera un problema de confianza. Los accionistas han de creer al otro y eso no es ya de por sí sencillo porque el otro es de otra nacionalidad, sospechoso de querer beneficiarse, de buscar a los suyos e ignorar a los nuestros, etcétera.
De manera que lógicamente, siempre es mucho mejor, para bien o para mal, que la venta de una aerolínea sea al cien por ciento. Pero eso no es lo que parece ahora mismo que vaya a ocurrir en Portugal con TAP. TAP está en venta, pero la oposición parlamentaria, que tiene suficiente peso para bloquear al Gobierno carente de mayoría, pretende mantener cierto control. Y ese control, lógicamente, se hará con una perspectiva electoral: no toquen esta base, no reduzcan esta plantilla, no dejen de hacer estos vuelos deficitarios, etcétera.
Mala perspectiva para una convivencia que, con el modelo que busca Portugal, puede durar varios años.