Rusia es un mundo de grande. Y tiene incontables aerolíneas medianas y pequeñas que operan en condiciones muy inestables. No todo es S7 o Aeroflot, las grandes (Llamamiento de Putin para que otros países hagan vuelos dentro de Rusia).
Esas compañías, según los medios de comunicación rusos, están al borde de la quiebra debido al desastre económico que están padeciendo. El problema central son las deudas derivadas de los alquileres de los aviones occidentales, que se han ido acumulando.
Cuando en 2022 Occidente aplicó las sanciones económicas en respuesta a la invasión de Ucrania, las aerolíneas rusas dejaron de pagar los alquileres de los aviones, acumulando mientras tanto las deudas correspondientes.
Hace unos meses, el gobierno permitió a las aerolíneas borrar de sus balances esas deudas. Definitivamente se quedan con los aviones sin pagar y sin siquiera que conste como deuda. ¿Por qué la crisis económica? Porque sobre esa deuda borrada de los libros contables, el estado ruso aplica a las compañías un impuesto del 25 por ciento. O sea que al final deberían pagar un 25 por ciento de la deuda. Como nadie durante esta crisis guardó el dinero a la espera de poder pagar, ahora se encuentran sin nada en caja, pero con la necesidad de abonar el impuesto a ese dinero de cuyo pago se libraron. Y este es el motivo de la crisis.
Curiosamente, las grandes tienen menos problemas porque en muchos casos se hicieron con la propiedad de los aviones negociando puntualmente con la empresa alquiladora (es el caso de 165 de los 400 aviones occidentales que había antes del conflicto). Pero las 20 o 25 aerolíneas medianas no han hecho nada y ahora se encuentran con una crisis delante suyo.