Nuria Montes, consejera de Turismo de la Comunidad valenciana, metió la pata al mostrarse exigente y nada empática en unas declaraciones dirigidas a los familiares de los fallecidos por la DANA que deseaban acceder a la morgue. Nuria Montes es una advenediza en el mundo de la política, al que accedió recientemente después de ejercer con acierto en la Asociación Hotelera de la Comunidad Valenciana.
Tras su torpeza por la falta de sensibilidad mostrada ante las cámaras, la consejera rectificó y pidió disculpas públicas por el error cometido. Las autoridades turísticas de las comunidades gobernadas por el PP—de Valencia a Canarias pasando por Andalucía y Baleares —no son un dechado de perspicacia y en algunos casos tienen la piel muy fina.
Pero lo de Nuria es una simpleza, una bobería, en comparación con la infame gestión o inacción protagonizada por Sánchez y su gobierno. Decía el escritor Pérez Reverte en un programa de televisión que la crisis de la DANA que sufre la Comunidad Valenciana tendría que haber sido gestionada por técnicos en lugar de políticos para evitar la lamentable imagen que ha dado España.
Resulta difícil de evaluar el efecto que tendrá en los mercados turísticos lo que ha ocurrido en la última semana en Valencia. Pensarán los turistas, y con razón, que venir de vacaciones a España es como viajar a un país tercermundista. Las imágenes de coches amontonados, escombros por las calles o ciudadanos retirando el barro con sus propias palas no es la mejor carta de presentación para un destino turístico que presume de ser uno de los mejores del mundo, con unos servicios top y evidentemente muy lejos de sus competidores.
Pero ya se sabe que el prestigio requiere muchos años de trabajo y que, en cambio, se puede perder en apenas unos minutos. Desgraciadamente las imágenes de Paiporta, Aldaia o Almussafes nos remontan a la España más oscura y la más rancia de un pasado no tan lejano.
Catástrofes naturales se producen de forma habitual en muchos lugares del mundo, pero es improbable que hayan alcanzado el nivel de incompetencia política que han sufrido los ciudadanos valencianos desde hace exactamente una semana. Y evidentemente hay errores y errores. O mejor dicho, hay errores y mala fe política.
Hay errores como el cometido por Nuria Montes y luego está la mala fe, el maquiavelismo político, la infamia y el sectarismo al buscar en todo momento un rédito político a costa del deterioro de la imagen del rival por no pertenecer al mismo partido o no ser afín a la causa. Las sectas actúan de la misma manera.
Porque resulta injustificable la actitud infame de Pedro Sánchez por no actuar como le toca a un Estado desde el primer minuto y dejar una catástrofe de estas características en manos de un presidente autonómico que ha demostrado sobradamente su incompetencia al no calibrar las consecuencias del temporal y avisar a tiempo a los vecinos de los municipios afectados. Somos conscientes de que España vive permanentemente la división entre fachas y progres o rojos, como si la Guerra Civil aún no hubiese acabado, pero en momentos dramáticos la sociedad siempre había estado unida.
Conociendo a Sánchez es razonable pensar que hubiese actuado de otra forma si la Comunidad Valenciana no estuviera gobernada por el PP. Que los miembros de la UME hubiesen retirado barro, levantado cadáveres y ayudado a los ciudadanos el mismo día de la catástrofe y no cuatro días después. Si la DANA no hubiera afectado a una comunidad del PP, los ciudadanos hubiesen estado atendidos el primer día, hubieran tenido comida y agua la misma noche de la catástrofe. Y, por supuesto, no hubiese sido necesario pedir la ayuda al Gobierno central aunque la gestión de la catástrofe fuese una competencia autonómica. En una autonomía socialista ningún ciudadano se hubiese sentido abandonado por las administraciones.
Ya sabíamos que Sánchez está muy lejos de ser un político de Estado, que solo busca su interés político, que incumple sus promesas electorales de forma sistemática y sin sonrojarse, pero la línea roja que se ha saltado el presidente del Gobierno con la catástrofe valenciana marcarán un antes y un después en su infame trayectoria política.
El escritor Juan Manuel de Prada, en un artículo publicado este domingo en el diario Abc, ha retratado perfectamente al personaje. “El doctor Sánchez no es un incompetente, es algo infinitamente peor. Y, desde luego, no es un hijo de la grandísima puta; pues los pecadillos de la carne son por completo ajenos al Padre de la Mentira y su linaje”. Por algo Pedro no puede salir a la calle. Afortunadamente la historia le colocará en el lugar que se merece.