Ryanair mira con inquietud la peligrosa deriva de Boeing, sumido en un conflicto laboral que afecta precisamente a la producción de 737, el modelo que utiliza su compañía, y que no ha hecho más que agravar los problemas previos que ya arrastraba el fabricante (Ryanair carga contra Boeing: “La nueva dirección sigue decepcionando”).
Su CEO, Michael O’Leary, ya avanza que “las nueve entregas previstas para el tercer trimestre del año fiscal se retrasarán al cuarto trimestre debido a las recientes huelgas de Boeing”. “Aunque seguimos trabajando con la dirección para acelerar las entregas de aviones, el riesgo de que se produzcan más retrasos sigue siendo alto”, advierte.
Esto ha llevado a la low cost a moderar su objetivo de crecimiento de tráfico para el año fiscal 2026, desde los 215 millones de pasajeros previstos inicialmente a 210 millones. Su prioridad es “evitar tener una sobreprogramación, exceso de tripulación y sobrecostes como en el año fiscal 2024”, en el cual ha sufrido un importante impacto por este motivo (Ryanair pide a Boeing que le indemnice por los retrasos).
Y es que los incumplimientos de Boeing tienen buena parte de culpa en la reducción del 18% de los beneficios de Ryanair en el primer semestre de su ejercicio fiscal, periodo en el cual ha ganado 1.790 millones de euros.
El propio O’Leary reconoce que, “si bien se recibió una modesta compensación por los retrasos, esto no sirve para cubrir el impacto sustancial de un déficit de más de cinco millones de pasajeros en el ejercicio fiscal 2025” debido a las demoras en las entregas.
Pese a todo ello, el directivo saca pecho y resalta que gracias a su flota de 580 Boeing 737 libre de cargas, “tenemos una amplía la ventaja de costes frente a las aerolíneas competidoras, muchas de las cuales están expuestas a largo plazo a elevados costes de financiación y arrendamiento”. “La brecha de costes entre nosotros y el resto de rivales de la Unión Europea continúa ampliándose”, agrega.