Una DANA provocó el caos en el aeropuerto de Mallorca, con enormes retrasos debidos a los cambios profundos en las aproximaciones a sus pistas para los aviones que vuelan la isla.
Entonces, sorprendentemente, la aplicación de una aerolínea de las que cubren estas rutas informa a sus clientes que el vuelo con destino a Mallorca partirá a las 11 y 54 y aterrizará a las 12 y 57. Qué rigor. Pero aduce causas operativas, cuando los viajeros habrían entendido perfectamente que ha habido una tormenta, que todos conocíamos de Valencia.
Pero Aena, en su página de los aeropuertos, dice que ese mismo vuelo partirá a las 12 y 23 y que aterrizará a las 13 y 27. Cualquiera que lo lea se queda con la boca abierta: ¡pero qué información más rigurosa!
En el aeropuerto de partida, la señalización indica que el embarque se va a iniciar a las 10 y 37. Mientras que los pilotos abandonan el avión a la espera de que el control aéreo les diga cuándo cree que se puede llevar a cabo el vuelo.
A las 17 horas, en un minuto que nadie se debería haber atrevido a vaticinar, partió el vuelo que aterrizó con normalidad.
Nada es verdad, esos minutos son pura improvisación, puro acertijo, pero hay que admitir que parecemos japoneses. Esto sólo se puede superar si ponemos los segundos.