La Comunidad Valenciana llegó a aprobar una tasa turística para 2024 que ha sido derogada, mientras Canarias cree que el impuesto no evitaría la masificación
La ecotasa turística se ha justificado desde hace años, sobre todo en Baleares, como un instrumento imprescindible para compensar los “efectos negativos” que provoca la actividad generada por el turismo. El impuesto se aplicó por primera vez en Baleares en 2002, pero un año después fue derogada por el Gobierno autonómico que en ese momento presidía Jaume Matas. La socialista Armengol la recuperó de nuevo en 2016 y desde entonces está en vigor. Pero además de Baleares, solo Cataluña aplica un impuesto a los turistas que se alojan a los hoteles. (Ecotasa balear: los hoteleros asumen que nunca se eliminará)
En otras comunidades como la Comunidad Valenciana y Canarias se ha planteado en más de una ocasión la creación de un impuesto a los turistas como los que se aplican en Canarias y Baleares, pero nunca ha llegado a concretarse. El que más cerca ha estado de hacerlo es la Comunidad Valenciana, que debía cobrar el impuesto a los turistas en 2024, pero acabó derogado antes de que entrase en vigor.
En Canarias han llegado a la conclusión de que una tasa turística no disminuiría la llegada de visitantes al archipiélago. Los canarios ponen de ejemplo a Baleares, que desde que se aplica el impuesto turístico no dejan de llegar visitantes. (La ecotasa hundirá a Canarias en un profundo “drama social”).
Los partidarios de aplicar una tasa a los turistas sostienen que se trata de un instrumento que favorece el turismo responsable, que permite compensar el coste medioambiental que supone la llegada de millones de visitantes, pero a la hora de la verdad solo dos comunidades autónomas han decidido aplicarla. Todas las demás autonomías no acaban de ver que el impuesto sea tan imprescindible, como defienden en Baleares y Cataluña. Por el contrario, temen que el tributo provoque una disminución de visitantes. (Tasas turísticas: otra fuente de ingresos que no frena la masificación)
Tradicionalmente el impuesto turístico se ha ligado a las políticas progresistas, pero es llamativo que las comunidades autónomas gobernadas por la izquierda durante las últimas décadas no se hayan atrevido a aplicarlo. Ni en Andalucía, ni en Castilla-La Mancha, ni en la Comunidad Valenciana durante las dos legislaturas del socialista de Ximo Puig, se ha conseguido poner en marcha un impuesto que según la izquierda solo tiene aspectos positivos. Puig aplazó la aplicación del impuesto hasta que el gobierno del PP presidido por Mazón lo ha derogado. La ecotasa valenciana murió antes de nacer.
En cambio, determinados ayuntamientos de todos los colores políticos han sido mucho más atrevidos a la hora de aplicar un impuesto turístico en sus respectivos hoteles. Actualmente se cobra en Barcelona una tasa turística (2 euros al día), y en Madrid existe una propuesta para ponerla en marcha, pero no acaba de haber suficiente consenso político para aplicarla. Va camino de acabar como la ecotasa valenciana.
Ciudades como Roma, Venecia y Florencia en Italia, o Lisboa y Oporto en Portugal, cobran una tasa turística por noche, que varía según el tipo de alojamiento. También cuentan con este tipo de impuestos en Francia denominada “tasa de estancia” y en Alemania ciudades como Berlín y Hamburgo tienen una “tasa de cultura y turismo”.