Casi ningún aeropuerto de China se parece a los europeos. O sí: son edificios comparables, con puertas de embarque similares, pantallas y amplias zonas comerciales. Lo que, en cambio, difiere sustancialmente el funcionamiento de las aerolíneas.
Primero, hay poco embarque automatizado, o sea con autocheck-in. El check-in en general se hace presencial en los mostradores de la terminal. Raro para Europa. Pero lo más raro es que para cada vuelo se suelen abrir hasta cinco mostradores, lo cual resulta insólito en Europa.
Sí, hay algunas cintas para dejar las maletas ya facturadas, pero son las menos.
La siguiente diferencia, abrumadora, es la falta de medidores de maletas en las puertas de embarque. Porque simplemente no existe la locura europea de milímetro más, milímetro menos.
En muchos casos, las paradas son de bastante más de una hora en cada aeropuerto, con lo que volvemos a nuestro pasado, cuando un avión estaba en la terminal durante más horas que en vuelo.
A bordo, en general, el servicio es como ha sido históricamente en Europa y que la low cost han arruinado.
Habría que ver cómo encajan los precios, porque es también cierto que las aerolíneas dominantes son estatales (Air China, China Southern y China Eastern) y tienen los precios regulados que no pueden mover para competir.
Otro mundo, que nos recuerda nuestro pasado. Lo cual suscita dudas.
