Mucho mejor predicar que dar trigo, mucho más fácil alabar la urgencia del avión eléctrico que financiarlo. Eso deben pensar los responsables del grupo alemán Lilium, que tiene casi imposible sobrevivir dada su situación financiera catastrófica.
Lilium es una compañía muy importante. Cotiza en la Bolsa de Nueva York y se dedica a producir aviones eléctricos de despegue vertical o de aterrizaje convencional. Está integrada por tres sociedades: la matriz, Lilium NV, y dos filiales, Llilum Oberpfaffenhofen y Lilium eAircraft. Las dos últimas están en la ruina porque son las endeudadas. Y se han visto obligadas a nombrar un administrador por su insolvencia. El conjunto del grupo puede hundirse en días.
La compañía nació en 2015 en Baviera. Tiene 500 ingenieros aeronáuticos. Su primer vuelo de un avión eléctrico se ha pospuesto al año que viene. En 2026 debería comenzar las entregas de ese avión del que tiene ya unas 780 órdenes de compra, reservas o memorándum of understanding.
Concretamente, el grupo Saudia ha comprado 100 unidades, 50 en firme y 50 como opción. Sus aviones están programados para 2026. Una aerolínea de Florida ha comprado otros 20 aviones. Lufthansa tiene también acuerdos.
El problema es que las subvenciones públicas no están llegando. Ni Francia, país en el que se está montando una fábrica de baterías, ni Alemania, han apoyado la iniciativa. Lo fundamental para desbloquear inversión privada es que Alemania aportara cien millones de euros, pero la crisis significa que eso no está ocurriendo.