Un avión de Easyjet hizo el vuelo de Londres a Gibraltar, como ocurre cada día. Al aproximarse a la pista, las condiciones meteorológicas aconsejaron al piloto no llevar a cabo el aterrizaje. De forma que se dirigió al aeropuerto de Málaga, uno de los más cercanos al estrecho.
El avión aterrizó y los pasajeros no fueron autorizados a bajar, porque hubo una ronda de consultas a ver qué hacían. A bordo viajaban dos tipos de viajeros: aquellos que tienen acceso a España por ser residentes y aquellos que no. Entre los primeros, por supuesto, estaban todos los españoles y algunos británicos con documentación española. Estaban también aquellos ciudadanos británicos con pasaporte de su país, que mostrándolo hubieran podido entrar.
Tras un buen rato, que demuestra que el caso no estaba claro, España únicamente aceptó a los residentes debidamente documentados. Los británicos, incluso con pasaporte en regla, tuvieron que volver al avión y regresar a Londres. Porque en España no entra cualquiera.
Según nuestras autoridades, estos viajeros con pasaporte británico en regla, no habían salido de Gran Bretaña con destino a España. Se supone que allá deberían haberlos chequeado, cosa que no ocurre nunca, ni siquiera en un viaje normal a España. Por eso no entraron. Porque somos serios y mejor pasarse que quedarse cortos. Hasta hace nada, esta gente entraba como si nada, pero uno nunca sabe si en este tiempo que están fuera de Europa se han convertido en delincuentes.
La próxima vez, en patera y no tendrán problemas.
No hay nada como ser estrictos con la ley, que es lo que tenemos en nuestro país.
