La situación económica del primer fabricante americano de aviones es crítica, tras varios años de desastres de todo tipo, culminados ahora con una huelga que va ya por su primer mes de duración, con pérdidas de 6 mil millones de dólares. De manera que la dirección ha anunciado medidas de urgencia: despido de 17 mil trabajadores, fin de la producción del Boeing 767 (del que sólo se fabricaban aviones de carga) y otro año de retraso en la finalización del 777X, el competidor del A350 (Boeing acelera en el lanzamiento de su nueva joya, el 777X).
El nuevo director general, Kelly Ortberg, dijo que la situación es muy delicada y que hay que tomar medidas urgentes. La paralización de la entrega del 777X, aún no certificado, se ha presentado como vinculada con la huelga, aunque en realidad no tienen relación. El problema parece relacionado con un fallo en los materiales que conectan los motores con las alas, lo cual es relativamente grave. El impacto de este nuevo retraso es financieramente notable. Aerolíneas como Emirates o Lufthansa están esperando estas entregas que llevan años de retraso.
Otra medida anunciada es el fin de la fabricación del 767, hoy sólo como carguero. Sí se mantiene la producción del 767 como transporte de combustible y recarga, de uso militar. Esta cancelación supondrá unos 3.000 millones en pérdidas por compromisos firmados que ya no se cumplirán.
Y encima, 17 mil despidos de los 171 mil trabajadores de la compañía, casi exactamente el diez por ciento de la plantilla (Boeing, un juego a vida o muerte).
La situación fue descrita por Otberg como “difícil; es casi imposible exagerar lo mal que estamos”. Explicó que Boeing necesita cambios estructurales para seguir siendo competitivo y responder a lo que espera el cliente. Añadió que es el momento de centrarse en lo más importante que Boeing sabe hacer y dejar al margen lo accesorio.