El aeropuerto de Josep Tarradellas-El Prat no solo acoge a turistas de todo el mundo. Desde hace años, más de un centenar de personas sin hogar han encontrado refugio en sus instalaciones, distribuyéndose entre las terminales, zonas intermodales y terrenos cercanos.
Según informa El País, estas personas carecen de asistencia social desde enero, debido a la falta de un convenio entre Aena, el ayuntamiento de Barcelona, el aeropuerto, y la Generalitat. El ejecutivo municipal retiró en enero a las dos trabajadoras sociales que operaban en el aeropuerto, dejando a estas personas sin el apoyo necesario.
Las autoridades locales aseguran estar trabajando en la firma de un nuevo convenio, aunque las negociaciones se han dilatado debido a las diferencias entre las administraciones. Mientras tanto, los trabajadores y operadores del aeropuerto deben lidiar con una situación que escapa de sus competencias, y los incidentes, como el de un hombre que se lesionó gravemente en la Terminal 1, siguen aumentando.
Los agentes policiales del aeropuerto reconocen sentirse desbordados. Aseguran que han asumido funciones propias de asistentes sociales, a pesar de no estar preparados para ello. “Este no es nuestro trabajo”, señalan, mientras relatan episodios de personas con problemas de salud mental, adicciones y situaciones extremas que alteran la convivencia en las instalaciones.
Pero, a pesar de las condiciones, Pedro, un hombre de 56 años que lleva dos años viviendo en la Terminal 1, defiende su decisión de no marcharse. Asegura que el aeropuerto le ofrece lo que necesita: un lugar seguro, con baños limpios, calefacción y un flujo constante de personas. “Aquí soy libre”, afirma. Sin embargo, otros “habitantes” del aeropuerto intentan sobrevivir realizando trabajos informales, como embalar maletas o limpiar taxis.