Aeropuerto de Tenerife Norte. Es sábado, mitad de agosto. Un vuelo tiene que partir, cuando llegue el avión procedente de otro lugar. Los pasajeros esperan cuando, rápidamente, la niebla lo invade todo y el aeropuerto deja de ser visible. El vuelo se retrasa. La compañía dice que operará desde Tenerife Sur y que busca autocares para transportar a los pasajeros.
Sigue la espera. Pero los autocares no aparecen porque simplemente, a esa hora, ese día, ese mes, no hay autocares libres. De todos modos, la niebla también afecta a Tenerife Sur y el vuelo termina por ser cancelado porque los dos aeropuertos no pueden operar a partir de media noche.
La compañía empieza a tomar nota de los nombres y apellidos de los viajeros para reservar hotel. Pero la tarea es imposible porque en esos momentos, con el aeropuerto bloqueado, no queda ni un hotel en La Laguna o Santa Cruz. Al menos no para contratar así, en bloque. La compañía hace lo posible, pero a la una de la madrugada, obviamente, no queda otra que pensar en dormir en el aeropuerto.
Al día siguiente se normaliza todo. Llega un avión y se termina la odisea.
Lo interesante es escuchar a los viajeros: “Nos dejaron tirados”. El quejido es el habitual: hemos sido maltratados. Lo ocurrido no es aceptable. Parecemos viajeros de segunda.
¿Pero qué se podía hacer? Póngase el viajero en el lugar de la compañía aérea. ¿Dónde se encuentra un hotel a esas horas, sobre todo un día como ese? Olvidemos el detalle de que el hotel cuesta varias veces más que el precio del billete de avión, que es igual. La cuestión es que hubo la intención de coger hoteles, pero ¿cómo metemos 180 personas en hoteles a esas horas?
La aerolínea dice que va a pagar los gastos en los que se haya incurrido. Algunos viajeros lograron hoteles por su cuenta, y se supone que se los pagarán.
Sin embargo, ¿quién nos devuelve las incomodidades sufridas? dicen los viajeros en los periódicos que, lógicamente, se suman a la protesta por falta de respeto a la dignidad de los viajeros.
Desde luego, vaya pandilla de majaderos.