El sector turístico de Estados Unidos se ha parado. Todos los grupos empresariales importantes anuncian un parón súbito desde ahora por lo menos hasta finales de año. Los resultados en bolsa de las empresas afectadas, alojamiento y transportes fundamentalmente, son malos y sus cotizaciones van a la baja (Ralentización del consumo turístico en plena temporada alta).
En Europa hay datos que pueden apuntar en el mismo sentido, como la fuerte caída del valor de Ryanair, aunque en nuestro continente la situación es menos clara. Si Europa vive una ralentización, que es posible, no es tan inequívoca como en Estados Unidos.
En todo caso, nadie espera otra cosa. Incluso en Europa, lo dudoso es cuándo, no si va a haber un parón. Porque nadie duda que el ritmo de crecimiento de los precios y de la demanda no pueden sostenerse de esta forma tan alocada.
Observen que el precio medio de una habitación hotelera en Baleares ha sido de 184 euros la noche, lo que supone prácticamente duplicar la tarifa de apenas hace dos años. Es un hecho insólito que está inflando de dinero al sector.
La razón, rarísima en economía, es que ha coincidido un ‘boom’ la demanda con una oferta que no ha sido capaz de responder porque un hotel o un avión no se crean de la noche a la mañana. El aumento de la demanda no había sido previsto por nadie y responde en parte al problema acumulado durante la pandemia, que ha generado nuevas formas de comportamiento.
Así, pues, en algún momento el gasto familiar en ocio va a tener que normalizarse y frenarse porque nadie se puede pensar que esta va a ser una nueva normalidad.