Michael O’Leary se puede quedar definitivamente sin su megabonus si la caída del precio de la acción de Ryanair, nada menos que del 15 por ciento sufrido el pasado lunes, no se recupera. Pero hay algo más grave: el anuncio de Ryanair de que ha tenido que bajar los precios para mantener el volumen de pasajeros significa el fin de la bonanza post-pandemia, al menos en Europa (Ryanair recorta sus beneficios a la mitad pese al impulso del tráfico).
La low cost tiene margen para ajustar sus precios y mantener la clientela, pero en la banda alta, entre las aerolíneas con costes más elevados, una caída de la demanda supone lisa y llanamente pérdidas. Eso es lo que anunció Lufthansa para este año y es lo que dice Air France que va a ocurrir, aunque en este caso culpa a las Olimpiadas de los 180 millones de euros de menor facturación que va a tener este verano.
El mismísimo Michael O’Leary explicó a los medios que, desde hace dos semanas, han detectado una notable caída de la demanda, lo cual en su caso significa que llena los aviones bajando precios y provocando una caída de los beneficios. Confirma así una tendencia de mercado que equivale a constatar que la demanda en Europa ha tocado techo.
Desde el final de la pandemia, la demanda ha estado creciendo con fuerza de forma que como no había posibilidades de atenderla, los precios han venido subiendo. Se esperaba para este verano una eclosión de precios y demanda y, desde luego, durante la primavera no se habían registrado cifras preocupantes, hasta que en el último mes se han venido acumulando los datos negativos.
No existe constancia de que esté ocurriendo algo similar en general con el mundo del alojamiento, pero la tendencia del transporte aéreo anuncia por lo menos que se va frenar el alza de los precios y de la demanda.