La creación de empleo, el progreso de las pymes, la mejora de la economía local, el desarrollo de infraestructuras o el fomento del intercambio cultural son algunas de las ventajas del turismo que chocan de lleno con calles y playas abarrotadas, el aumento de precios, el incremento de la delincuencia y la contaminación, la falta de oferta de la vivienda, las dificultades de aparcamiento, las listas de espera en restaurantes o la destrucción de espacios naturales, fruto de la problemática actual del turismo de masas.
Es cierto que el turismo es y seguirá siendo uno de nuestros pilares fundamentales de crecimiento económico, pero no hay que obviar que también se está convirtiendo en la intranquilidad de algunas ciudades como Canarias, Baleares, Madrid, San Sebastián o Barcelona, cuyos residentes piden poner límite a esta saturación.
Sin embargo, este modelo turístico de masas no sólo tiene lugar en España. Si extrapolamos la situación al extranjero, hay casos tan curiosos y a la vez representativos como el que ha ocurrido en la ciudad japonesa de Fujikawaguchiko, donde se ha instalado una pantalla gigante para bloquear la vista del monte Fuji ante los millones de visitantes que copaban sus calles para hacerse un selfie con el icónico volcán.
O Venecia, por ejemplo, donde los turistas que no se hospedan en ningún hotel, deben pagar una tasa de 5 euros por visitar el casco histórico, y aquellos que pernoctan en la ciudad abonan a los hoteles una tarifa media de 3 euros por día.
Al margen de este tipo de medidas que buscan rebajar el interés del turismo sin calidad, existen otras posibilidades más efectivas a la hora de garantizar un turismo sostenible y evitar la masificación, en las que la tecnología puede tomar un papel fundamental. Suena bien. Pero, ¿cómo se lleva esto a la práctica?
Los destinos turísticos inteligentes (DTI) son una buena y primera opción, ya que mientras mejoran la satisfacción del viajero gracias a las últimas innovaciones, también lo hacen con la experiencia de los habitantes de esas ciudades que han de recibir al turista.
Estos DTI que se basan en la planificación y en la sostenibilidad para frenar la gentrificación y la llamada “turismofobia”, se nutren de soportes tecnológicos que ayudan a los viajeros a escoger alternativas sostenibles, ya que pueden evaluar su huella de carbono y hacerles conocedores del efecto que generan determinadas actividades. Hablamos de tecnologías como el Internet de las Cosas (IoT) o el Big Data, que permiten acceder a una gran cantidad de datos que el turista va generando en sus viajes: dónde compra, qué compra, qué visita, dónde se hospeda, a qué restaurantes va o por dónde pasa.
El análisis de todos estos datos permite mejorar la experiencia del viaje y evita la sobresaturación turística puesto que, por ejemplo, el viajero puede conocer las incidencias que se han producido en la ciudad o saber en tiempo real la cola que hay que esperar en un museo, y en base a eso redefinir su ruta con espacios alternativos, evitando así aglomeraciones que suponen un conflicto para ellos y para los residentes de la ciudad.
Por otro lado, los sensores IoT que ya hay desplegados en muchas ciudades mejoran la gestión del tráfico para frenar los atascos o permiten calcular el nivel de ruido para tratar de incomodar a los vecinos lo menos posible.
Pero esto no es todo. En el último año se está desarrollando una interesantísima tendencia, asociada a la IA, que impulsa la expansión sostenible del sector HORECA y, por ende, del turismo local. Gracias al cruce de datos de la oferta y la demanda como tipología de clientes, perfiles sociodemográficos, gustos, necesidades… la IA puede recomendar nuevas ubicaciones concretas para la apertura de hoteles o restaurantes. El objetivo es crear los llamados “hoteles o restaurantes a la carta”, destinos deseados por los usuarios, con ubicaciones impensables, muchas de ellas alejadas de las grandes ciudades, que permiten disgregar el turismo y que a su vez, tienen éxito y son totalmente rentables para los empresarios.
Lo que está claro es que la cuestión principal del turismo masivo va más allá del número de personas que viajan hasta determinadas ciudades o visitan ciertos lugares con mucho interés turístico. El tema principal es cómo se administran los flujos turísticos. El análisis de todos estos datos no solo beneficiará al turista, sino que ayudará a los gobiernos, ayuntamientos y administraciones a gestionar sus planes estratégicos de turismo y orientarlos hacia un modelo de crecimiento más inteligente, sostenible y eficaz.
En definitiva, el turismo del futuro vendrá marcado por la reinvención del modelo de negocio en busca de una industria más concienciada y respetuosa con el planeta, y acorde con las cambiantes expectativas de los viajeros, ya sea a través de la puesta en marcha de medidas para mitigar el turismo de masas o mediante herramientas para preservar el medioambiente. En este proceso, las nuevas tecnologías serán nuestras mejores compañeras de viaje, ya que garantizarán experiencias más ricas, personalizadas y sostenibles.
Innovation Manager en Vodafone Business.