El Palacio Josefina Balsera de Avilés se convertirá en el primer hotel 5 estrellas Gran Lujo de Asturias, tras ser adquirido por Fernando Artime, propietario del Gran Hotel Brillante (San Esteban de Pravia). La inversión total para el proyecto ascenderá a 5 millones de euros, incluyendo el coste de adquisición del edificio y los gastos asociados al desarrollo del establecimiento.
El edificio, que era propiedad del arzobispado de Oviedo, fue comprado el pasado 27 de marzo y el objetivo es restaurarlo para convertirlo en un hotel 5 estrellas Gran Lujo.
Las obras comenzarán en el segundo trimestre de este año, con una duración estimada de 17 meses, y su apertura está prevista para principios del 2026
El hotel contará con una superficie de 2.000 m2, distribuidas en tres plantas, y ofrecerá 21 habitaciones, incluidas 11 suites. La propiedad está en negociaciones con un grupo local para desarrollar un restaurante de autor dentro del hotel. El diseño arquitectónico del proyecto estará a cargo de la arquitecta Rocío Díaz, quien previamente dirigió el proyecto Gran Hotel Brillante en San Esteban de Pravia.
El palacete urbano fue finalizado en el año 1903 y en 2026 se convertirá en un hotel de gran lujo. Fuente: Brillante Hotels.
La intención del nuevo propietario del edificio, que también cuenta con el Gran Hotel Brillante, es “crear una cadena de hoteles de lujo y promover el turismo de alta calidad”, además de posicionar a Brillante Hotels “como una marca de referencia en el sector hotelero de lujo del Principado de Asturias”, según destacan en una nota de prensa
Historia del Palacio de Josefina Balsera
El arquitecto Juan Miguel de la Guardia finalizó este palacete urbano en 1903 para el indiano Eladio Muñiz, benefactor de la construcción de la Iglesia de Santo Tomás de Canterbury o Iglesia de Sabugo que se halla justo enfrente, quien mandó construirlo como regalo de bodas para su futura mujer.
Sin descendencia del matrimonio, el edificio fue comprado años después por el empresario Victoriano Balsera, quien se lo regaló a su hija Josefina. Al morir ella, también sin descendencia, la casa fue donada a la Iglesia. El edificio, cuya propiedad era objeto de negociación, desde hace años estaba a la venta.
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