
Ya saben que Jozsef Varadi, el director general de Wizz Air, está entre la espada y la pared: los accionistas, que le reconocen haber creado una de las grandes low cost de Europa, parecen haberse cansado de que, por una razón u otra, desde antes de la pandemia no ganen dinero. Así que Varadi está urgido de beneficios y para ello, antes de caer, se ha concentrado en lo que siempre ha dado dinero a Wizz Air: Europa del Este (O’Leary vaticina problemas próximos en Easyjet y Wizz Air).
Los aviones que estaban en Abu Dabi, en una apuesta que no salió, vuelan ahora en su área natural. Y eso ha supuesto que los beneficios subieran un 25,8 por ciento en los seis primeros meses de este año. No es que esto haya sido gran cosa en comparación con sus competidores, pero va en el rumbo correcto (El fracaso de Wizz Air: abandona Abu Dhabi).
Wizz Air abandona Viena y Abu Dabi y concentra su flota en Italia y Europa del Este, con especial atención a Rumanía, Montenegro y Albania, este último destino revelándose como un negocio espectacular, del que está beneficiándose más que cualquier otro competidor.
“Hemos abandonado bases caras para irnos a otras de menor coste como Bratislava, Tuzla, Podgorica, Yerevan o Modlin (en Varsovia), que nos ofrecen ahorros para avanzar”, dice Varadi.
Igualmente, la compañía ha frenado su crecimiento de flota a la espera de que las rutas maduren y dispongan de demanda. No obstante, en 2026 Wizz Air aumentará un 20 por ciento su oferta de asientos (Airbus entregará 88 aviones a Wizz Air 3 años más tarde).
