
Siempre hay posibilidades de innovar, aunque no lo parezca. Es el caso de los cruceros. ¿Qué más se puede hacer para que el negocio sea aún más espectacular?
Pues Royal Caribbean tiene la respuesta: comprar islas privadas para llevar allí a los turistas. Y cuando eso no es posible, comprar una playa privada, que en la práctica es lo mismo.
Royal Caribbean ya abrió una isla privada en las Bahamas. Es como entrar en Disneyland: lo incluye todo y todo está en manos de Royal Caribbean. Una extensión del barco. Ni un euro para los que no sean del grupo. Ahora está a punto de hacer lo mismo en Haití, Chile, México y Vanuatu. Y tiene en desarrollo ocho proyectos así.
Pero lo inusual es que también lo haga en Europa. En 2026 inaugurará una playa privada nada menos que en Santorini, que no le faltaba más que esto para convertirse literalmente en un Disneyland (Grecia: evasión fiscal en el 33% del negocio turístico).
Los cruceristas podrán usar su playa que está en un lugar destacable de la isla griega.
No se preocupen por el impacto porque Royal Caribbean dice que preservará el equilibro en el destino. La isla tiene 15 mil habitantes y un barco de estos puede llevar hasta los cinco mil, y no es el único que llega.
En Grecia hay un movimiento en contra de la privatización de las playas, pero la operación de Royal Caribbean ya se ha concretado.
El año pasado la naviera llevó más de 250 mil turistas a la isla. En 2026 hará 97 escalas con dos de sus marcas de cruceros, la propia Royal Caribbean y Celebrity.
